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Un país se define y sobresale –entre otras cosas- por su territorio geográfico, las tradiciones que comparte y las expresiones artísticas que lo diferencian de otras naciones. Y Perú es una de las regiones que destaca en el mundo por la belleza de sus paisajes, por sus tradiciones milenarias que se mantienen hasta hoy y por tener diversas manifestaciones culturales.
Una de esas manifestaciones proviene de Puno, conocida como la Capital del folklore peruano. Se trata de la lucha entre el bien y el mal, donde ágiles bailarines van de un lado al otro portando impresionantes trajes y máscaras. Esto y más es la diablada puneña, danza que es -actualmente- una de las expresiones más importantes y representativas de los Andes peruanos.
A continuación, te nombramos 4 datos de esta danza que mezcla elementos propios de la religión católica con los de un ritual tradicional andino.
Parte de la Fiesta de la Virgen de la Candelaria
Actualmente, la diablada puneña se realiza en diversas festividades religiosas y concursos folclóricos en diferentes lugares del Perú. Pero si hay una celebración en la que destaca, es la Fiesta de la Virgen de la Candelaria, patrona de Puno y que se celebra entre el 1 y el 14 de febrero de cada año, teniendo como fecha central el segundo día del mes.
Aquí, niños, jóvenes y adultos se visten de diablos para rendirse a los pies de la Virgen de la Candelaria. Todos dirigidos por un arcángel, realizan movimientos al compás de marchas y huaynos interpretados por bandas musicales. En el estadio Torres Belón de la ciudad es donde se realizan dos importantes concursos de danza que son televisados a nivel nacional.
Misterioso origen
El cómo surge esta danza es aún un misterio. Existe una leyenda que indica que un grupo de mineros quedaron atrapados en una mina y cuando logran salir, los diablos querían llevarse sus armas. Los trabajadores aterrorizados, rezan por un milagro a la Virgen del Socavón y aparece el Arcángel San Gabriel, quien vence a los diablos y los mineros danzan la diablada. Por el fuego observado en la mina nace el culto a la Virgen de la Candelaria.
Otra versión, basada en estudios, indica que su origen está ligado a la adoración a la Pachamama. Según cuenta el investigador Enrique Cuentas Ormachea, la diablada puneña es ejecutada por sicu-morenos, quienes interpretan huaynos que reflejan rituales ancestrales donde los anchanchos y chullchuquis conviven con los hombres en torno a la Pachamama.
Una tercera versión señala que, en 1577, los jesuitas se establecieron en Juli, Puno, y en los días de fiesta, recreaban funciones teatrales para los aymaras, en las que presentaban comedias y actos sacramentales. En una carta del padre Diego González Holguín a su superior, se informó que les enseñó a los nativos, un canto-danza sobre los siete pecados capitales y cómo los ángeles vencen a los demonios, para así, cristianizar a los habitantes de la zona.
Juli era conocido por ser uno de los centros culturales donde se difundía la figura del diablo. Aquí, los ancianos contaban cómo disfrutaban las batallas entre arcángeles y demonios. La leyenda cuenta que el Padre Jesucristo dominaba el reino del bien y su hijo Supaya fue contaminado por el mal. La lucha terminó cuando Supaya vence al Padre, nivelándose las fuerzas entre ambos. Por ello bailaban, celebrando el momento en que el mundo empezó a avanzar.
Diablada puneña. Crédito: PromPerú.
Patrimonio del Perú
Resaltando la importancia que tiene como expresión de la identidad festiva y religiosa de la población mestiza y urbana de la región Puno, se reconoció a la diablada puneña como Patrimonio Cultural del Perú.
Con esta declaración, se reconoce no solo la trascendencia de esta danza entre las prácticas artísticas y tradicionales, mediante un proceso participativo protagonizado por las comunidades, sino también a los elementos fundamentales de esta expresión, que constituyen testimonios de valor histórico y simbólico.
Su vestuario
Algo que caracteriza a la diablada puneña es que en sus trajes se expresa la estética de las diversas comunidades indígenas, ibéricas y africanas que conviven y dan sentido a la realidad multicultural y mestiza que caracteriza al Perú.
El bien está simbolizado en el personaje de San Miguel Arcángel y el mal por los diablos que representan los siete pecados capitales. En cuanto a las máscaras, estas representan los diversos elementos de la cosmovisión andina y la religión católica. Además, tienen gran influencia oriental, en ellas se refleja la mitología de la vieja China.
Los trajes son muy lujosos y lleva bordados de oro, plata y pedrerías. Destacan los caporales con vestuarios que superan los 30 kilos, así como los diablos menores y las chinas diablas. Asimismo, cuentan con elementos de la religión católica, así como de la cultura Tiahuanaco.
Diablada puneña. Crédito: Fernando López / PromPerú.
Fuente: Andina
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