“Déjame que te cuente, limeño. Déjame que te diga la gloria del ensueño que evoca la memoria, del viejo puente, del río y la alameda…”. ¿Quién no ha escuchado la letra de este vals en alguna jarana criolla al ritmo de cajón y guitarra?


Y es que esta melodía, bajo la creación de la cantautora María Isabel Granda y Larco, más conocida como Chabuca Granda, no solo es reconocida como una de las máximas expresiones de la música peruana, sino que también evoca la admiración de todo el mundo.


Ante ello, ¿qué inspiró en su autora la creación de este himno criollo? ¿De qué tratan sus hermosos versos y a quiénes van dedicados? Descubre aquí todo lo que concierne a la obra cumbre de uno de los valses peruanos que brillan con luz propia y llegan al alma.

 

Monumento a Chabuca Granda. Crédito: Adrián Portugal / PromPerú.

 

Obra prima de la música criolla


Primero, Chabuca Granda tuvo inspiración en Raúl Porras Barrenechea, historiador y exsenador de la República, en su conferencia El río, el puente y su alameda. Según la misma artista, esta frase fue el punto de partida para lo que fue la creación de su pieza musical.


Además, está la figura de doña Victoria Angulo, una vieja amiga de Granda quien la visitó cuando trabajaba en la antigua Botica Francesa, un café ubicado en el Jirón de la Unión del Centro de Lima. Allí, la cantautora tenía la labor de ser una impulsadora de productos.


Es así que la despedida de su amistad se ve reflejada en sus “jazmines en el pelo” y “rosas en la cara” de la canción, evidenciando el sonrojo de Angulo en su bello rostro. Asimismo, ella tenía domicilio en el distrito del Rímac, por lo que debía cruzar diariamente el Puente de Palo en dirección a la Alameda de Tamajar, conocida en la actualidad como puente Santa Rosa. De allí la frase “la vereda se estremece al ritmo de su cadera”.

 

El complemento para terminar La flor de la canela


Sin embargo, Chabuca Granda siempre tuvo en mente un ‘algo’ que le faltaba a su canción, lo cual encontraría en el agasajo de cumpleaños del doctor José Moreno en una vivienda cercana a la Plaza Dos de Mayo.


Allí, incluso con el gran Óscar Avilés como testigo, escuchó una voz con un estilo particular que la enamoró por completo, una que destacaba sobre el resto de los que acudieron a la cita de cumpleaños.


Se acercó al balcón, abrió la ventana y en ese preciso instante de sus cuerdas vocales salieron esas palabras que tanto buscaba para la finalización de su obra. "Déjame que te cuente, limeño, ¡ay! déjame que te diga, moreno, mi pensamiento. A ver si así despiertas del sueño, del sueño que entretiene, moreno, tu sentimiento". De esta manera, un 7 de enero de 1950, nació La flor de la canela.

 

Monumento a Chabuca Granda. Crédito: Luis Gamero / PromPerú.


Reconocimiento local e internacional


Pese a que ya estaba culminada, la obra recién fue lanzada tres años más tarde por primera vez bajo la interpretación del conocido grupo Los Morochucos, aunque la versión de estos no tuvo el éxito esperado.


Posteriormente, en 1954, fueron Los Chamas quienes, bajo ciertos arreglos musicales, llevaron a esta pieza a la popularidad en la costa, los Andes y la Amazonía peruana. Tanto fue su fama que posteriormente hasta fue cantada por divos en lo que respecta a la ópera mundial, como el español Placido Domingo. Además, fue traducida a un sinnúmero de idiomas.


Para sacarle aún más brillo, fue declarada Patrimonio Cultural del Perú por su aporte “dentro del imaginario peruano” para la continuación y regeneración de la música criolla.

 

Fuentes: El Comercio / Andina / Gobierno del Perú / RPP / Blog Pepe Ladd

 

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